Ella en su primavera y yo en mi invierno...
infierno, esperando su verano,
tras una promesa incumplida, olvidos ingratos,
juegos perversos, almas
desafortunadas, lo que el destino no me había
contado y yo nunca aprendí
por mi condición humana es que el dichoso
siempre trae sorpresas y los
nuevos caminos, nuevos senderos, mágicos e
impensables senderos... y en
esta ocasión la redundancia no está muerta, está
más viva que nunca, el
que está muerto soy yo, tras grotescas
pesadillas, pesadillas nunca antes
pensadas, soñadas, ni mucho menos imaginadas, puedo
revivir pero no sé si lo deseo, mi deseo por
dichoso destino es casi efímero e inesperado
como la llegada de la
primavera, en cada tarde el perfecto ocaso que
deslumbra mi noche, la mas
oscura de todas las noches, la tarde mas roja
e intensa que el propio
infierno, donde el lujurioso deseo por ella
muere como el ocaso, como la
tarde cuando nace la noche, oh hermosa noche
cuanto te he esperado, con
grande paciencia he crecido aguardándote y
ahora te amo como el minero
extraviado añora la luz de el día, yo añoro sus
labios, como la lluvia de
verano que espero cada año, cuando mi estado
se refleja en el cielo
gris... como mi vida oscura, oscuro ser que no
sabe amar, torcido el
destino que juega conmigo pero también el desconoce que yo juego con el
parafraseándolo... muchos días han pasado,
desde que sostuve su mano en la
mía y sentí cuan rápido su pulso latía, aunque
el mío late más rápido que
el suyo ahora, un par de días... florido
septiembre, cuando en la
pendiente montañosa danzamos, viendo la muerte
del día y oyendo a la
distancia las campanas de la iglesia redoblar.
YNS
YNS
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